En el siglo XIX, el comercio legal entre Curaçao y la costa se asocia al nacimiento de la República de Venezuela. Aunque ya desde la Gran Colombia había actividad comercial no perseguida por las autoridades republicanas, podría fijarse como punto de inicio formal de este tipo de comercio el Tratado de Paz, Amistad, Navegación y Comercio (1829). Este tratado garantizaba el derecho recíproco a comerciar libremente, anclar en puertos, alquilar y ocupar tiendas para comercio, la seguridad en sus bienes y la libertad de conciencia.

Con la república se estabilizó en Coro un comercio formal, que se sustentó en las comunicaciones marítimas y dio lugar a un intercambio por el cual Curaçao aportaba las mercancías que Venezuela no producía y desde aquí iban hacia la isla numerosos comestibles y agua.

Los actores sociales de este intercambio económico eran inicialmente comerciantes criollos que vieron llegar y compartieron intereses con comerciantes curazoleños de origen sefardita, quienes arribaron al hoy estado Falcón y su capital, la ciudad de Coro, por el puerto de La Vela. Esta comunidad de migrantes, de reducido número pero alto potencial económico, que ya controlaba el comercio ilegal, pasó a imponerse en la escena local como empresarios legalizados, residentes en diversos puntos de la región coriana, pero particularmente en el plano costero y la ciudad de Coro. Uno de estos empresarios fue Abraham M. Senior, que estaba consolidado en Coro y con una intensa actividad comercial.

El más antiguo libro de contabilidad hasta ahora encontrado corre de 1851 a 1865 e incluye operaciones comerciales que retrotraen hasta 1844. Su portada está identificada como «Libro del comercio de David A. Senior» y registra operaciones constantes con pieles enviadas por David Senior a Curaçao; e incluso la remisión de pieles en bergantines a Nueva York.

El éxito económico venido de los años cuarenta permitió a David de Abraham Senior dar un salto espectacular permitiéndole ubicar su fundo de comercio en un punto nodal de la ciudad, al adquirir el 30 de julio de 1852 una hermosa construcción de la primera mitad del siglo XVIII y con una tradición de propietarios de elevado nivel social. Esto nos habla del ascenso económico y social logrado por la familia Senior, quien se hizo con una propiedad que desde tiempos coloniales había estado en manos de principales de origen hispano.

La Casa Senior se convirtió en pocos años, en la firma importadora-exportadora más importante del estado Falcón. Entre 1886-1908 los hermanos Senior López Henríquez, exceptuando a Sigismundo, trabajaron en equipo teniendo como norte una consigna: el crecimiento empresarial. Hicieron de I. A. Senior e hijo una empresa de prestigio y solidez dentro y fuera del país, se abrieron las puertas de los Estados Unidos y Europa con sucesivas líneas de crédito y numerosas nuevas relaciones, lograron la más sólida posición competitiva en el mercado centro-occidental venezolano. En este éxito les acompañaron familiares directos y políticos en Coro, Curaçao, Estados Unidos y Europa, quienes quedaron integrados a una estructura empresarial sólida y a la vez ajustada a las exigencias de cada mercado.

La muerte de Josias Senior, en 1918, cambió la dinámica del proyecto Casa Senior. Venezuela deja de ser recuerdo amado y referencia lejana para tocar la puerta y volverlos a una nueva realidad. Miguel Ángel Senior toma las riendas, toma decisiones acertadas y un refrescante aire modernizador llega con él a la firma, que durante los años veinte incorporará a los recién graduados Raimundo y Raúl, aquél en Coro y este en Barquisimeto, con el reto de dar cuerpo a Isaac A. Senior e hijo en el estado Lara.

En los convulsos años cuarenta y ante el debilitamiento de la agroexportación, I. A. Senior e hijo de Coro se inició en el manejo de representaciones exclusivas de productos nacionales e importados. Barquisimeto permaneció enraizado en la exportación gracias a los cálculos geopolíticos y mercantiles de Raúl Senior, quien puso a tomar café venezolano a Siria, Irak, Palestina y el Líbano. En Coro fue decisiva la actuación, breve pero intensa y con visión prospectiva, de Iván Lansberg. Y en medio de este mar de cambios y ajustes nacerá Isaac A. Senior e hijo Sucesores en 1946, con los tres hermanos asociados a partes iguales.

Entre 1969 y 1980 transcurren tres presidencias y Venezuela se hunde en un torrente de divisas petroleras y en la incapacidad de la clase gobernante para administrarlas. Desaparecida I. A. Senior e hijo Sucesores, los emprendimientos Senior de Coro y Barquisimeto veían sus últimos años.

Era solo cuestión de tiempo para que los proyectos Senior de Barquisimeto y Coro dijeran adiós y se desvanecieran, como se desvaneció el mundo que les vio nacer y triunfar por décadas, como se desvaneció la carga cultural que les dio soporte e insuflaba aliento vital. Nada podía impedir que Isaac A. Senior e hijo concluyera su ciclo arrastrada por la dinámica de una Venezuela que le era extraña y ajena, y herida de muerte por un cambio cultural que dio una nueva identidad a los más jóvenes a cambio de alejarles de su herencia centenaria.